El Frente Nacional de Lucha por el Socialismo es una organización democrática e independiente de carácter nacional que proviene del proceso del Movimiento Democrático Independiente que se gestó en los años 80´s y que pugna por una transformación radical de la sociedad.

martes, 27 de septiembre de 2011

López y Rivas


Gregorio Selser, un investigador-militante de las realidades de Nuestra América


A 20 años de su aniversario luctuoso, es necesario plantear-replantear-recordar-vislumbrar la vida y obra de Gregorio Selser, un acucioso investigador-historiador-periodista-divulgador de la historia contemporánea de América Latina; un entrañable formador-maestro-tejedor del anti-imperialismo como brújula de la accidentada geografía-historia-gesta de nuestra patria grande; un consecuente militante del periodismo de investigación-acción-denuncia; un hombre afable-modesto-generoso para quienes nos acercábamos en búsqueda de su siempre pertinente consejo.

Para ello, aquí destacamos el compromiso político que permeó su obra, digno de mención y de memoria; y, sobre todo, el rescate historiográfico --como basamento de nuestra identidad latinoamericana-- que significó para muchos de nosotros sus memorables trabajos, algunos de los cuales se tornaron clásicos, como: Sandino, General de hombres libres (1955) y El pequeño ejército loco (1958), obras bandera-símbolo-imaginario de resistencias y revoluciones, pero, también, paradigma de una ciencia social comprometida con su realidad social. Recuerdo que las tareas internacionalistas de la Nicaragua de la década de los ochenta tuvieron lugar con el acompañamiento de estas lecturas obligadas, referentes imprescindibles para comprender a ese pueblo de guerreros y poetas. En especial, Sandino, general de hombres libres, publicado originalmente en 1955, se reeditó cuatro años después, con mucha más documentación y con prólogo del escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, pasaba de mano en mano entre esa generación formada al calor de las revoluciones cubana y nicaragüense.

En Apuntes sobre Nicaragua” (1981) se recapitula todo el movimiento emancipador y libertario de Sandino, la lucha contra la invasión norteamericana y su enlace con las figuras de Zeledón, el papel de la iglesia, la dinastía Somoza y sus tratados, sus alianzas internacionales con el Fondo Monetario Iinternacional y con Israel; también se aborda la batalla por el poder y las empresas transnacionales en Nicaragua, y sobre todo, la resistencia del pueblo nicaragüense por medio de las armas y la poesía, cerrando con el fin de la sangrienta dictadura.

A lo largo de su vida, Selser impulsó, con todo el peso ético y la seriedad investigativa-informativa que lo caracterizaron, lo que todo investigador debe tomar en cuenta, y por ello, Selser es un ejemplo claro y digno del balance-equilibrio-coherencia entre los datos, la objetividad, la belleza, incluso literaria, de la narrativa-trama, y el contenido-perspectiva de la razón de clase, de las determinaciones estructurales de los personajes, de la comprensión inequívoca y sigilosa de toda obra que pretenda dar cuenta --para las generaciones que nos siguen-- de lo que los hechos históricos significan para una lucha de liberación.

Gregorio Selser no solo fue un ejemplo del cómo abordar los temas; también, fue toda una panacea del quehacer histórico, literario y comunicativo, con su inmensa labor periodística. La muestra probatoria radica en todo lo que de su pluma salió, y se confirma con todos los intentos de los poderosos por callarlo y detenerlo en su búsqueda infinita por encunar ideas y mostrar cuidadosamente la verdad-realidad que le tocó vivir, que lo encausó a comprometerse congruentemente con todo lo que escribió prolíferamente, en la década de los sesenta, por ejemplo: El Guatemalazo (1961); Diplomacia, garrote y dólares en América Latina (1962); El rapto de Panamá: de cómo los Estados Unidos inventaron un país y se apropiaron de un canal (1964); Alianza para el progreso, la mal nacida (1964); ¡Aquí, Santo Domingo! La tercera guerra sucia (1966;) Espionaje en América: el Pentágono y las técnicas sociológicas (1966); De Dulles a Raborn: la CIA, métodos, logros y pifias del espionaje (1967), todas ellas, obras de coyuntura-actualidad que dan cuenta principalmente de las agresiones imperialistas, de sus métodos abiertos-encubiertos- diplomáticos, siendo uno de los primeros intelectuales latinoamericanos en estudiar los aparatos de inteligencia de nuestro enemigo histórico que se despliegan con especial fuerza a partir de la fundación de la Agencia Central de Inteligencia en 1947, cuando Estados Unidos inicia la llamada “guerra fría”, recrudecida en Nuestra América con el triunfo de la revolución cubana en 1959, y 20 años después, con el de la sandinista.

Selser se convirtió en el cronista-historiador- sociólogo-periodista-maestro --con los grados máximos que le dio la universidad de la vida--, a partir también de una de sus grandes cualidades cómo investigador, antes que el Internet existiera, el meticuloso registro, la clasificación de su gran acervo bibliográfico, de sus archivos periodísticos-documentales- representativos de toda la información que circulaba y utilizaba para integrar sus textos sobre toda la situación de América Latina y el Caribe, sobre las redes del dominio imperial, sobre la propia metrópoli estadounidense. Este archivo, ahora situado en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, se ha constituido en un hecho sin precedentes desde cualquier punto de vista, pues, se encuentra etiquetado y organizado de acuerdo a los distintos temas que Selser devoró en cuerpo y alma. El resultado de esa labor fue la creación de uno de los centros de documentación más importantes de Nuestra América, particularmente para el estudio de la historia de las relaciones entre Estados Unidos y esta región en el siglo XX. Hoy, está ordenado en 150 archiveros de que contienen 3.700 carpetas con recortes de prensa y 50 revisteros con publicaciones de Argentina, Cuba, América Central, Estados Unidos, Puerto Rico y algunos países europeos. Este archivo también incluye ponencias universitarias, panfletos, discursos de líderes políticos y conferencias académicas.

En el archivo también están los datos biográficos de todos los tiranos sudamericanos, centroamericanos y caribeños del siglo XX y de la mayoría de personajes clave de la política exterior estadounidense, desde los presidentes James Monroe, Theodore Roosevelt y Ronald Reagan, todos ellos exponentes del destino manifiesto, del siglo XIX al XX, hasta secretarios de Estado, cómo Henry Kissinger, del que publicó “Informe Kissinger contra Centroamérica” (El Día, México, 1984), un documento dirigido a quienes mandaban Estados Unidos para aconsejarles sobre los medios que deben emplear en la coyuntura revolucionaria del istmo centroamericano para contener y reprimir el proceso de cambio protagonizado por los pueblos de la subregión, en nombre de los intereses y la seguridad nacional de Estados Unidos.

Este texto, por su contenido y por lo revelador de sus mensajes francos o implícitos, lo hacen sumamente instructivo para los estudiosos de la temática y los problemas de nuestro subcontinente. El “Informe Kissinger”, con sus notas y comentarios, destaca Selser: “nacieron del conjunto de reuniones…y de las sugerencias y lecturas suscitadas por ese intercambio y comunión de latinoamericanos. Al dejar sentada nuestra gratitud a esos estudiosos, a cuya generosidad y sapiencia deben atribuirse los aciertos que pudiesen hallarse en esta edición, corresponde señalar que las omisiones, fallas o errores son de exclusiva responsabilidad de este autor. Esta contribución no ha tenido en momento alguno la intención de ser una respuesta a Kissinger, sino sólo una herramienta de trabajo útil para quienes se propongan abordar la temática de ese proyecto imperial revestido de prosopopeya y ropaje académico. En este sentido, es mucho más lo que resta por analizar, descubrir y refutar desde nuestra óptica iberoamericana. Importaba empero, sobre todo, proporcionar una traducción menos chapucera que la que nos propinó la Universidad de Boston y, que no es poco, más responsable y fiel al original. Y más honesta” (Selser, “Informe Kissinger contra Centroamérica”, El Día, 1984, p. 8.)

Selser dentro de sus archivos también contaba con obras alusivas a la actividad de los contras en Honduras y Costa Rica, información muy importante para la conducción sandinista revolucionaria de la guerra patriótica de defensa nacional, las operaciones terroristas de los cubanos refugiados en Miami, la guerra de las Islas Malvinas y la venta de armas israelíes a dictaduras latinoamericanas.

Antes del golpe militar del 24 de marzo de 1976, el escritor publicó La CIA en Bolivia (1970), Los cuatro viajes de Cristóbal Rockefeller (1971), De la CECLA a la MECLA o la diplomacia panamericana de la zanahoria (1972), Una empresa multinacional: la ITT en Estados Unidos y en Chile (1974), Chile para recordar (1974), Los marines: intervenciones norteamericanas en América Latina (1974) y De cómo Kissinger desestabilizó a Chile (1975).

A partir de su exilio mexicano, Selser publicó –entre otros títulos– La batalla de Nicaragua (en colaboración con Ernesto Cardenal, Gabriel García Márquez y Daniel Waksman, 1980), Bolivia, el cuartelazo de los cocadólares (1982), Reagan: de El Salvador a las Malvinas (1982), Honduras, república alquilada (1983), Nicaragua de Walker a Somoza (1984), Cinco años de agresiones estadunidenses contra Centroamérica y el Caribe” - 1979-1984 (1984), Salvador Allende y Estados Unidos: la CIA y el golpe militar de 1973 (1987) y Panamá: érase un país a un canal pegado (1989).

Selser también redactó una monumental Cronología de las intervenciones extranjeras en América Latina, en cuatro tomos, que comienza con la independencia de Estados Unidos en julio de 1776 y concluye con la invasión norteamericana a Panamá en diciembre de 1989. Aquí encontramos toda la historia del continente, desde Alaska hasta la Patagonia; se trata de la descripción día a día de más de 200 años de luchas emancipadoras, guerras civiles, conflictos fronterizos, tratados de límites, convenios comerciales, acuerdos diplomáticos, golpes de Estado, asesinatos políticos, rebeliones armadas, movimientos insurgentes, negociaciones de paz, elecciones. En más de dos mil páginas Selser describe la actividad de presidentes, militares, embajadores, líderes populares, agentes secretos, guerrilleros, héroes, mártires y traidores. (Ver: http://www.jornada.unam.mx/ 2010/11/10/politica/018n1pol)

Una de las facetas más notables de su proyección humanista, y la entrega generosa de su persona a la colectividad, es su labor docente, parte importante del profesional en la divulgación que fue Selser. Aquí hay que mencionar el papel de conciencia crítica que representó en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la UNAM; su presencia en numerosas universidades europeas, empezando por la Complutense, y su cercanía con los jóvenes estudiantes de todas latitudes, para quienes siempre tenía tiempo.

Gregorio Selser fue un incansable creador de opinión-información- divulgación en torno a las condiciones estructurales sociales, políticas, económicas y culturales de toda América Latina. Se sitúa, sin duda, a lado de los intelectuales más significativos que han dado razón y existencia al pensamiento crítico de Nuestra América. No escatimó ningún esfuerzo en plasmar de manera objetiva sus reflexiones y su sentir en una cuestión trascendental para la condición humana: la libertad de pensamiento y acción. En una época en que una buena parte de la academia y la intelectualidad se refugian en el cientificismo, la acumulación de prestigios y la alineación al orden establecido, el recuerdo de ese artesano de la palabra-unida- inevitablemente-a-la- actividad-política-en-favor- de-los-desposeídos cobra vida y vigencia, interpelando y alumbrando a la oscurana.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


Gilberto López y Rivas (Desde México. Colaboración para ARGENPRESS CULTURAL)

La territorialidad, los recursos naturales y la integridad física y cultural de los pueblos indígenas en América Latina y en México en particular, son sitiados y amenazados sistemática y permanentemente por las corporaciones del capitalismo neoliberal, dentro de las cuales incluyo al narcotráfico. Ante el desempleo generalizado en el mundo rural, la debacle del campo provocado -en parte- por los tratados de libre comercio que benefician a Estados Unidos y condenan a la miseria y al éxodo a los campesinos, muchas comunidades son penetradas por el crimen organizado para forzarlas o inducirlas al cultivo de la amapola o la mariguana en sus tierras, y jóvenes indígenas son reclutados para el transporte de la mercancía por las redes de los cárteles.

Paralelamente, con el pretexto del “combate contra el narcotráfico”, extensas zonas indígenas son víctimas de los operativos del ejército en un proceso creciente de militarización, teniendo lugar todo tipo de abusos y violentando sus derechos humanos y los que corresponden como pueblos originarios. A esto se suman las labores contrainsurgentes de las fuerzas armadas en territorios indígenas que acarrean actividades lesivas para los pueblos de dos actores armados más: grupos paramilitares y guerrilleros.

Colombia es un caso ilustrativo de esta situación en la que los indígenas se encuentran entre tres fuegos: militares, narco-paramilitares y guerrilleros. La etnia Nasa, en el norte del departamento del Cauca, por ejemplo, se ha visto forzada a poner en práctica una ordenanza para que su guardia indígena, armada solo con sus bastones adornados con colores vivos para ser vistos a larga distancia, expulse a los narcotraficantes de su territorio, dentro del cual operan las Fuerzas Amadas Revolucionarias de Colombia (FARC), organización con la cual también han negociado los Nasa el cese del reclutamiento indiscriminado de sus jóvenes. En otros territorios colombianos se han dado desplazamientos de miles de indígenas huyendo del enfrentamiento entre ejército y los narco paramilitares con guerrillas de las FARC y del Ejército de Liberación Nacional.

En el caso de México han sido denunciados grupos del narco operando en zonas indígenas con mayor frecuencia en Michoacán, Jalisco, Sonora, Guerrero, Durango , Chihuahua, Oaxaca, Chiapas, Veracruz, y en las cárceles de estos estados se registran centenares de presos indígenas acusados por delitos contra la salud. Incluso, se ha externado especial preocupación por índices de drogadicción creciente entre los propios pueblos, como en el caso de los Raramuris en Chihuahua. Se calcula que alrededor de 50 mil indígenas han sido víctimas de las redes del narco en al menos 60 comunidades del país. Así, se criminaliza a los pueblos indios y en muchas regiones de nuestros países la lucha contra el narcotráfico encubre una gran variedad de extorsiones e injusticias adicionales a las que secularmente han sufrido los indígenas por parte de autoridades militares, policiales y judiciales.

En Centroamérica tenemos que en poblados mayas del oriente y occidente de Guatemala, mafias mexicanas han instalado a sangre y fuego sus estructuras delictivas y controlan el transporte hacía México y Estados Unidos. En Puerto Lempira, Honduras, hay hostigamiento del narco hacia los indígenas misquitos. En Nicaragua, Daniel Ortega declaró recientemente que las redes del narcotráfico han penetrado las comunidades misquitas de la Costa Caribe, así como las urbes multiétnicas de Bilwi y Bluefields, datos que pudimos corroborar en el terreno con testimonios de costeños. En el área fronteriza entre Panamá y Colombia, conocida como Tapón de Darién, el narco despliega una red terrestre y marítima que se extiende por Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala para sus destinos finales en México-Estados Unidos.

También recientemente, la ONU expresó su preocupación por la situación de los pueblos indígenas transfronterizos víctimas de la militarización y el tráfico de drogas en las regiones limítrofes entre Bolivia, Ecuador y Perú. En este último país, se denunció que colonos procedentes de la región andina de Ayacucho invaden territorio indígena en la selva central para cultivar coca. En Bolivia, el Chaman que entrego el bastón de mando a Evo Morales en el 2006, se encuentra en prisión acusado por narcotráfico.

Como las corporaciones capitalistas madereras, mineras, turísticas, o las buscan apoderarse de los recursos acuíferos de los pueblos indígenas, lo que está en el centro del problema del narcotráfico es el esfuerzo por despojarlos de su territorialidad, que constituye el fundamento material de la reproducción de los pueblos y el espacio estratégico de sus luchas. La finalidad del crimen organizado es expropiar a los indígenas de sus tierras-recursos-fuerza de trabajo y, a través de la criminalización que esto conlleva, facilitar las actividades del ejército en sus tareas represivas y contrainsurgentes, con el auxilio de los grupos paramilitares que con frecuencia operan como el brazo clandestino de las fuerzas armadas para las tareas de la guerra sucia. Desde luego que ello representa una problemática sumamente compleja, que en los hechos significa un conflicto permanente por la tierra-mercancía (y también por los recursos naturales, estratégicos y patrimonios culturales tangibles e intangibles de los pueblos indígenas, todos ellos considerados mercancías).

La militarización con fines de lucha contra el narcotráfico no trae de ninguna manera una disminución de sus actividades delictivas, como lo prueba el caso de extensas zonas de la República mexicana bajo virtual ocupación militar. En el plano mundial el caso de Afganistán es ilustrativo ya que con la ocupación neocolonial de las fuerzas armadas de Estados Unidos y sus aliados se intensifica a más del doble la siembra y el trasiego de drogas.

“En la trastienda de las drogas existen servicios de espionaje estadounidenses, empresas importantes e intereses financieros y, desde este punto de vista, el control geopolítico y militar de la ruta de las drogas es tan estratégico como el de los oleoductos. El grueso de los beneficios asociados al comercio mundial de las drogas no se los apropian los grupos terroristas y los señores de la guerra… Resulta una amarga ironía que la presencia militar estadounidense ha servido para restablecer, en lugar de erradicar, el tráfico de drogas… En otras palabras, las agencias de inteligencia, las grandes empresas, los traficantes de drogas y el crimen organizado compiten por el control estratégico de las rutas de la heroína. Una gran parte de los multimillonarios beneficios de las drogas están depositados en el sistema bancario occidental. La mayoría de los grandes bancos internacionales y sus filiales en los paraísos fiscales extranjeros blanquean enormes cantidades de narco dólares. (Michel Chossudovsky. “¿Quién se beneficia del comercio de opio afgano”. La Haine, 5 de octubre de 2006)

Desde hace varias décadas y en reiteradas ocasiones han sido denunciados los operativos de la Agencia Central de Inteligencia y otros organismos de inteligencia occidentales en el trasiego de drogas con la finalidad de financiar sus gastos militares en Centroamérica, Vietnam y ahora en Afganistán. Recordamos la forma como la CIA cubrió sus gastos ocasionados por la Contra nicaragüense a través del trasiego de droga en sus aviones sin supervisión alguna.

El periodista Michael Gallant Smith sostiene acertadamente que:

“El régimen de Estados Unidos aprovecha al narcotráfico para afianzar su dominio en el continente americano, en especial en América Latina. El aparato de propaganda del régimen estadunidense ha difundido en el orbe la imagen de que Estados Unidos es la víctima mundial del tráfico de narcóticos mientras las autoridades de ese país fingen combatirlo. ¿Cómo es que la nación más poderosa del mundo en el plano económico y militar es impotente para derrotar al narcotráfico? La respuesta es clara. El narcotráfico es aliado perfecto de Estados Unidos. El narcotráfico dota al régimen de Estados Unidos de un flexible mecanismo de control interno, da pretextos para presionar a otras naciones, en especial latinoamericanas, y fortalece la economía estadunidense al exportar inflación mediante el lavado de dinero. Decomisos ocasionales de narcóticos, arrestos espectaculares de jefes del narcotráfico, tiroteos con muertos, imágenes conmovedoras de jóvenes adictos y robos violentos relacionados con las drogas son sólo parte del espectáculo con actores reales montado por la propaganda del régimen de Washington”. (Veneno, Numero 1, abril de 1997).

La delincuencia organizada actual no es más que la cara clandestina del sistema capitalista neoliberal, con su violencia inherente desbocada, sicópata y sin mediación política que la encubra; esta rama empresarial es altamente rentable desde el punto de vista económico, tanto financieramente, como a partir del hecho que Estados Unidos es el principal proveedor de armas de los grupos del narco. The Independent daba a conocer en el 2004 que “el tráfico de drogas es la tercera mercancía mundial en generación de efectivo tras el petróleo y el tráfico de armas” (29 de febrero de 2004).

También, la llamada guerra contra el narcotráfico es especialmente funcional -una vez desaparecida la guerra fría-- para justificar las tareas represivas del Estado capitalista transnacionalizado y para los planes de dominación estratégica de los centros imperialistas hegemonizados por Estados Unidos. El Estados transnacionalizados se caracterizan por el vaciado de sus tareas sociales y de sus responsabilidades frente a las grandes mayorías de nuestros países y el fortalecimiento de sus afanes de control autoritario de la fuerza de trabajo, la criminalización de las resistencias y de todo tipo de disidencia, incluso las de carácter meramente democrático.

La única posibilidad de defensa frente a este fenómeno en mundo indígena, como se muestran los casos de las Juntas de Buen Gobierno zapatistas, los Nasa de Colombia y la Policía Comunitaria de Guerrero es el fortalecimiento de las autonomías, a partir de las cuales se ha logrado controlar -no sin dificultades- la presencia del crimen organizado en los territorios indígenas

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